Carta publicada en el diario italiano La Repubblica, el 2 de enero de 2014.
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Scorsese , esposa y Francesca Premios Oscar 2012 |
Querida
Francesca.
Te
escribo esta carta para hablarte del futuro. Lo veo a través de la lente de mi
mundo. A través de la lente del cine, que ha estado en el centro de ese mundo.
Durante
los últimos años me he dado cuenta de que la idea del cine con la que crecí, la
idea que reside en las películas que te he mostrado desde que eras niña y que
estaba tan en boca de todos cuando comencé a rodar, se acerca al final. No me
refiero a las películas que ya se han hecho. Me refiero a las que están por
venir.
No
quiero causarte inquietud. No escribo estas palabras con espíritu derrotista.
Al contrario, creo que el futuro es brillante.
Siempre
supimos que las películas eran un negocio y que el arte del cine es posible al
haberse alineado con las condiciones económicas. Ninguno de nosotros, los que
comenzamos en los años 60 y 70, nos hacíamos ilusiones en ese sentido. Sabíamos
que tendríamos que trabajar duro para proteger lo que queríamos. También
sabíamos que quizás tendríamos que atravesar períodos difíciles. Y supongo que,
a cierto nivel, nos dimos cuenta de que tendríamos que enfrentarnos a un
momento en el que cada elemento impredecible en el proceso de hacer películas
acabaría minimizado, casi incluso eliminado. ¿Y cuál es el elemento más
impredecible de todos? El cine. Y la gente que lo hace.
No
quiero repetir lo que han dicho y escrito otros antes de mí, sobre los cambios
en el negocio. Y me alienta la existencia de excepciones a la tendencia
cinematográfica general — Wes Anderson, Richard Linklater, David Fincher,
Alexander Payne, los Hermanos Coen, James Gray y Paul Thomas Anderson están
consiguiendo hacer sus películas, y Paul no solo consiguió rodar The Master en
70mm, sino que consiguió exhibirla de esta forma en algunas ciudades.
Cualquiera que se preocupe por el cine debería mostrarse agradecido.
Me
conmueven también los artistas que consiguen hacer sus películas en todo el
mundo, en Francia, en Corea del Sur, en Reino Unido, en Japón, en África. Cada
vez es más difícil, pero siguen haciendo películas.
No
creo, sin embargo, que esté siendo pesimista cuando te digo que el arte del
cine y del negocio de las películas se encuentran ahora en una encrucijada. El
entretenimiento audiovisual y lo que conocemos como cine –imágenes en
movimiento concebidas por individuos– parecen ir encaminados en direcciones
diferentes. En el futuro, probablemente, verás cada vez menos de lo que
reconocemos como cine en las multisalas y más y más de él en pequeños cines, on
line y, supongo, en espacios y circunstancias que no puedo predecir.
Entonces,
¿por qué el futuro es tan brillante? Porque por primera vez en la historia de
esta forma de arte, se pueden hacer películas por muy poco dinero. Algo
absolutamente insondable cuando yo crecía, y las películas de presupuesto
extremadamente bajo siempre han sido la excepción, en lugar de la regla. Ahora
es al revés. Puedes crear hermosas imágenes con cámaras que te puedes permitir.
Puedes grabar sonido. Puedes montar, mezclar y hacer corrección de color desde
tu casa. Todo eso es ahora posible.
Pero
con toda la atención que se está depositando en la maquinaria de la creación de
películas y en los avances que nos han llevado a una revolución
cinematográfica, hay que recordar una cosa importante: las herramientas no
hacen la película, la hces tú. Es liberador coger una cámara, empezar a rodar y
juntarlo todo con Final Cut Pro. Pero hacer una película, la que tú necesitas
hacer, es otra cosa. Y ahí no existen los atajos.
Si
John Cassavetes, mi amigo y mentor, siguiera vivo hoy, estaría empleando con
toda seguridad todo el equipo que hay disponible. Pero me diría lo mismo que me
ha dicho siempre — tienes que estar absolutamente dedicado al trabajo, dar todo
lo que puedas de tí mismo, y proteger la chispa de la conexión que te llevó a
rodar la película en un primer momento. Tienes que proteger esa chispa con tu
vida. En el pasado, como las películas eran tan caras, la protegíamos contra el
cansancio y los compromisos. En el futuro, tendrás que protegerla de otro
factor adicional: la tentación de seguir la corriente y permitir que la
película derive, y naufrague.
No
es solo una cuestión de cine. No hay atajos para nada. No digo que todo tenga
que ser difícil. Solo digo que la voz que te da la chispa es tu propia voz –
esa es la luz interior, que dijeron los Cuáqueros.
Esa
eres tú. Esa es la verdad.
Con
todo mi amor,
Papá.