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sábado, 7 de septiembre de 2013

Herzog con el Brother Bear en Grizzly Man

1. No estudiarás cine
Los estudios sobre cine, por desgracia, son una enfermedad. Manténganse alejados de ellos. Salgan de allí lo más rápido posible. Esa forma académica, puramente cerebral, intelectual, de mirar las películas… La Academia es el enemigo. La Academia acabará con todos sus instintos vitales. Así que tengan mucho, mucho cuidado. Ya saben a qué me refiero: a ese parloteo insulso, académico, sobre las imágenes posestructuralistas, sobre el posmodernismo, sobre la proyección sistemática de un fotograma, y qué constituye filosóficamente un fotograma… Agarren sus cosas y corran tan rápido como puedan.
2. Serás astuto e intuitivo
Tienen que desarrollar cierto grado de astucia. Eso no se aprende en una escuela de cine; se aprende en la vida. Mi consejo es que viajen a pie. Porque el mundo se revela a aquellos que viajan a pie; el mundo se hace entender. Y viajar a pie cuatro meses vale más que cuatro años en una escuela de cine. Es mi firme opinión, aunque nunca fui a una escuela de cine.
No hay técnicas cuando se trata de la intuición. No nací con intuición; la fui adquiriendo. La fui adquiriendo al experimentar pura vida, la vida en su estado más crudo. Al caminar a pie. Al cruzar el Sahara. Al estar preso en África una vez, o dos. Tiene que ver con ciertas cosas fundamentales, elementales, que hay que experimentar en la vida. Nadie puede enseñárselas. Y por supuesto, tiene que ver con la poesía. Tiene que ver con cierto sentido de la poesía. Hay que tenerlo adentro, de alguna manera, pero leer ayuda. No dejo de decirles a los jóvenes realizadores que tienen que leer. Mi postulado, mi demanda, es no sólo que lean: lean, lean, lean, lean, lean, lean, lean, lean; si no leen, nunca serán realizadores.
 3. No soportarás el cinéma vérité
Recuerdo que en Ámsterdam, o en Rotterdam, estuve con varios documentalistas en un panel de debate. Todos los panelistas hablaban sobre el cinéma vérité,  y sobre que debíamos ser sólo una mosca en la pared. Y no pude soportarlo más, y agarré el micrófono y les dije: “No, no debemos ser una mosca en la pared, no vamos a ser la cámara de seguridad de un banco. Tenemos que ser el avispón que pica”. Hubo un gran alboroto, todos empezaron a murmurar contra mí.Y volví a agarrar el micrófono y les grité –y eso que eran como 400-: “¡Feliz año nuevo, perdedores!”.
En el mundo del cine siguen flotando las ideas del llamado cinéma vérité, la idea de que los hechos constituyen la verdad. No, no es así. Los hechos son hechos, pero no nos iluminan. Los hechos son para los contadores. He irritado mucho a la gente del cinema verité diciéndoles que trabajan con la verdad de los contadores. Si fuera así, el libro más importante sería la guía telefónica de Manhattan, con 4 millones de entradas, todas ellas factualmente correctas. Pero eso no nos ilumina. Si los encerraran en una celda, y esa fuera la única literatura disponible, se suicidarían. El cinéma véritées, esencialmente, una respuesta de los años sesenta. Pero hoy, con todas esas realidades virtuales que emergieron tan rápido, el cine y los cineastas tienen que buscar nuevas respuestas. Intento articular un “éxtasis de la verdad”; algo que nos ilumine, algo que vaya más allá de nuestra concepción corriente, normal, del mundo factual. Para lograr este tipo de verdad (y uso el término “verdad” con cuidado, porque ni siquiera los matemáticos o los filósofos pueden decirnos qué es la verdad), trato de encontrar un modo de acceder al mundo real que los ilumine, que haga que al salir del cine sean más ricos. Algo que no se olvide fácilmente.
 4. No consentirás filmaciones impuras
Con respecto a los límites éticos, por supuesto que siempre deberían existir, en cada uno de nosotros. No sé cuáles son sus límites éticos. Pero tienen que encontrarlos, tienen que establecerlos. Por ejemplo, en Grizzly Man, había un video del momento en que Timothy Threadwell y su novia fueron comidos por un oso. La prensa lo sabía, y se difundió que existía una cinta de seis minutos. Sin embargo, no hay imagen, porque el ataque fue tan inesperado que a la joven se le cayó la cámara sin quitarle la tapa, así que está sólo el audio. El productor, el distribuidor y la cadena de televisión me dijeron que tenía que hacer referencia a eso, porque todo el mundo quería saber qué había en esa cinta. Y les dije: “Sí, haré referencia a eso, pero no sé si lo voy a difundir”. Mi forma de hacer referencia a eso fue filmarme desde atrás, mirando a la mujer que había vivido con Threadwell, y que había creado una fundación con él. Yo tenía puestos los auriculares, y ella trataba de leer en mi rostro cuán terrible era lo que estaba escuchando. Y empezó a llorar, porque vio el horror en mi cara. Pero mi cara no se ve. Me saqué los auriculares y le dije: “Deberías destruirlo”. No lo hizo, pero estaba tan shockeado que dije algo muy, muy estúpido. De hecho, lo guardó en una caja de seguridad en un banco. Los productores -y todo el mundo- me preguntaron qué había en la cinta, y les dije que eso no iba a estar en mi película. Era muy horrible. Hay un límite ético. Y ese límite es la dignidad y la privacidad de la muerte de un ser humano. Si me pagaran cinco millones de dólares para filmar una ejecución, diría que no.
 5. Santificarás tus locuras
Puedo llegar muy lejos para encontrar algo que nos ilumine. Hay un deseo de estilización. Soy director, cuento historias, y ustedes también deberían hacerlo. Nunca teman hacer locuras. Esas son las cosas que el público recuerda para siempre.
 6. No escribirás guiones de hierro ni usarás storyboards
Me gusta escribir mis propios guiones; hubo una o dos excepciones en las que no lo hice. Escribo el guión sólo cuando veo la película completa. Es como si la viera aquí, en la pantalla. Escribo lo que se ve, lo que se dice, cómo es la música, cómo son los paisajes. Nunca pierdo tiempo; si no veo la película con la claridad suficiente, no escribo el guión. Y cuando está lo suficientemente claro, lo escribo en una semana; a veces menos. Escribí Aguirre… en dos días y medio, en un micro. Estaba con mi equipo de fútbol, y todos estaban borrachos; el arquero vomitó sobre mi máquina de escribir, pero seguí escribiendo. Trato de trabajar rápido, pero una vez que escribí el guión, en general lleva mucho tiempo hasta encontrar financiación (…). Y nunca lo toco, no vuelvo a mirarlo. No quiero que se agote. Lo que hago en el rodaje es leerlo en general por la mañana, cuando voy a filmar. Leo la secuencia. En general, conozco la historia, sé a grandes rasgos qué es lo que pasa, pero improviso. Creo que el storyboard es un instrumento para los cobardes. No confían en su propia imaginación; no tienen la suficiente confianza como para manejar una situación. Nunca sé en cuántas tomas voy a “cortar” una secuencia. No tengo idea.
El guión tiene vida propia. Y el rodaje, la filmación, la fotografía, tienen sus propias reglas. Sólo cuando uno filma en un estudio, a puertas adentro, donde todo está absolutamente organizado y bajo control, se puede seguir el guión al pie de la letra. Pero yo dejo la puerta abierta, dejo las ventanas abiertas para que pueda entrar cualquier cosa que me resulte fascinante y que pueda pasar a formar parte de lo que estoy haciendo. Y gracias a eso las películas tienen más vida.
 7. Honrarás el sonido, la edición y la música
A veces, cuando estoy en el cine, ni siquiera tengo que mirar a la pantalla: tan sólo escuchando lo que pasa, en 60 segundos sé si se trata de un buen realizador, o de uno muy malo. Así que, por favor, tómense el sonido muy en serio. (…) Gracias al sonido, una película se vuelve mucho, mucho más rica. La textura muchas veces proviene del sonido. Y lo pueden hacer muy fácilmente: no cuesta mucho dinero, no cuesta mucho esfuerzo, pero hay que prestar atención y entender el mundo como si fueran ciegos y sólo pudieran confiar en lo que escuchan. Hagan de cuenta que son ciegos y empiecen a escuchar.
Miro el material con el editor una sola vez. Y mientras lo miramos, vamos parando, y escribo a mano un cuaderno de bitácora, como los viajeros y los marineros. Y describo lo que va pasando. (…) En mi descripción, cuando algo es extraordinario, pongo un signo de exclamación. En casos específicos, muy especiales, pongo dos. Y cuando a veces tengo un material que no sé cómo me merezco, que parece un regalo de Dios, pongo tres. Y le digo al editor: “No me importa lo que pienses: si este material no está en la película, habré vivido en vano”. Y lo entiende de inmediato. Luego, cuando edito, trabajo muy, muy rápido.
Introducir la música siempre es algo muy, muy difícil de hacer. A menudo los cineastas jóvenes, que no tienen mucha experiencia en manejar la música, hacen que comience exactamente con el corte. Pero cuidado: a veces un actor entra en una habitación y trae cierta intensidad. No empiecen cuando atraviesa la puerta. Déjenlo entrar, déjenlo caminar, y que traiga la música consigo. A veces es un diálogo; a veces es un movimiento de la mano, y el movimiento de la mano hace que la música empiece y la intensifica.
 8. Seguirás tu visión y no temerás
Intento ser un buen soldado del cine. Un buen soldado tiene sentido del deber. Su deber es seguir su visión. Tienen que seguir su visión. Si están muy convencidos de su visión, si ven algo en el horizonte que nadie más ve, y quieren compartirlo para que pase a formar parte de los sueños colectivos de todos, entonces tienen un motivo para no tener miedo. No le tengo miedo a nada; esa palabra no está en mi diccionario.
 9. No llorarás en el set
No está permitido tener demasiadas emociones; uno tiene que cumplir con su deber, tiene que hacer lo que tiene que hacer. No se llora en el radio de la cámara. Nadie llora. Si alguien llora, tiene que ser el público; nunca el actor, ni el director, ni ninguno de los que está en el set. Así que les delego mis emociones a los espectadores.
 10. Estarás preparado para lo inesperado
Tienen que estar preparados para lo inesperado. Eso sólo se logra a través de la experiencia de vida. Quizás los que son religiosos tengan cierta fortaleza, porque pueden recurrir a un poder que está por detrás y por encima de ellos: Dios. Pero como no soy religioso, no tengo a nadie. No hay consuelo, no hay nadie, y el dinero nunca resuelve ningún problema. Lo que resuelve los grandes problemas es la fe. La fe mueve montañas; no el dinero. Tienen que pensar lo impensable cuando empiezan una película. Piensen en todo lo que pueda salir mal. En general, cuando uno está filmando una película, todo sale mal. Estén preparados.