Herzog con el Brother Bear en Grizzly Man |
1. No
estudiarás cine
Los
estudios sobre cine, por desgracia, son una enfermedad. Manténganse alejados de
ellos. Salgan de allí lo más rápido posible. Esa forma académica, puramente
cerebral, intelectual, de mirar las películas… La Academia es el enemigo. La
Academia acabará con todos sus instintos vitales. Así que tengan mucho, mucho
cuidado. Ya saben a qué me refiero: a ese parloteo insulso, académico, sobre
las imágenes posestructuralistas, sobre el posmodernismo, sobre la proyección
sistemática de un fotograma, y qué constituye filosóficamente un fotograma…
Agarren sus cosas y corran tan rápido como puedan.
2. Serás
astuto e intuitivo
Tienen que
desarrollar cierto grado de astucia. Eso no se aprende en una escuela de cine;
se aprende en la vida. Mi consejo es que viajen a pie. Porque el mundo se
revela a aquellos que viajan a pie; el mundo se hace entender. Y viajar a pie
cuatro meses vale más que cuatro años en una escuela de cine. Es mi firme
opinión, aunque nunca fui a una escuela de cine.
No hay
técnicas cuando se trata de la intuición. No nací con intuición; la fui
adquiriendo. La fui adquiriendo al experimentar pura
vida, la vida en su estado más crudo. Al caminar a pie. Al cruzar
el Sahara. Al estar preso en África una vez, o dos. Tiene que ver con ciertas
cosas fundamentales, elementales, que hay que experimentar en la vida. Nadie
puede enseñárselas. Y por supuesto, tiene que ver con la poesía. Tiene que ver
con cierto sentido de la poesía. Hay que tenerlo adentro, de alguna manera,
pero leer ayuda. No dejo de decirles a los jóvenes realizadores que tienen que
leer. Mi postulado, mi demanda, es no sólo que lean: lean, lean, lean, lean,
lean, lean, lean, lean; si no leen, nunca serán realizadores.
3. No soportarás el cinéma vérité
Recuerdo
que en Ámsterdam, o en Rotterdam, estuve con varios documentalistas en un panel
de debate. Todos los panelistas hablaban sobre el cinéma vérité, y sobre que debíamos ser
sólo una mosca en la pared. Y no pude soportarlo más, y agarré el micrófono y
les dije: “No, no debemos ser una mosca en la pared, no vamos a ser la cámara
de seguridad de un banco. Tenemos que ser el avispón que pica”. Hubo un gran
alboroto, todos empezaron a murmurar contra mí.Y volví a agarrar el micrófono y
les grité –y eso que eran como 400-: “¡Feliz año nuevo, perdedores!”.
En el
mundo del cine siguen flotando las ideas del llamado cinéma
vérité, la
idea de que los hechos constituyen la verdad. No, no es así. Los hechos son
hechos, pero no nos iluminan. Los hechos son para los contadores. He irritado
mucho a la gente del cinema verité diciéndoles que trabajan con la verdad
de los contadores. Si fuera así, el libro más importante sería la guía
telefónica de Manhattan, con 4 millones de entradas, todas ellas factualmente
correctas. Pero eso no nos ilumina. Si los encerraran en una celda, y esa fuera
la única literatura disponible, se suicidarían. El cinéma véritées,
esencialmente, una respuesta de los años sesenta. Pero hoy, con todas esas
realidades virtuales que emergieron tan rápido, el cine y los cineastas tienen
que buscar nuevas respuestas. Intento articular un “éxtasis de la verdad”; algo
que nos ilumine, algo que vaya más allá de nuestra concepción corriente,
normal, del mundo factual. Para lograr este tipo de verdad (y uso el término
“verdad” con cuidado, porque ni siquiera los matemáticos o los filósofos pueden
decirnos qué es la verdad), trato de encontrar un modo de acceder al mundo real
que los ilumine, que haga que al salir del cine sean más ricos. Algo que no se
olvide fácilmente.
4. No consentirás filmaciones impuras
Con
respecto a los límites éticos, por supuesto que siempre deberían existir, en
cada uno de nosotros. No sé cuáles son sus límites éticos. Pero tienen que
encontrarlos, tienen que establecerlos. Por ejemplo, en Grizzly Man,
había un video del momento en que Timothy Threadwell y su novia fueron comidos
por un oso. La prensa lo sabía, y se difundió que existía una cinta de seis
minutos. Sin embargo, no hay imagen, porque el ataque fue tan inesperado que a
la joven se le cayó la cámara sin quitarle la tapa, así que está sólo el audio.
El productor, el distribuidor y la cadena de televisión me dijeron que tenía
que hacer referencia a eso, porque todo el mundo quería saber qué había en esa
cinta. Y les dije: “Sí, haré referencia a eso, pero no sé si lo voy a
difundir”. Mi forma de hacer referencia a eso fue filmarme desde atrás, mirando
a la mujer que había vivido con Threadwell, y que había creado una fundación
con él. Yo tenía puestos los auriculares, y ella trataba de leer en mi rostro
cuán terrible era lo que estaba escuchando. Y empezó a llorar, porque vio el
horror en mi cara. Pero mi cara no se ve. Me saqué los auriculares y le dije:
“Deberías destruirlo”. No lo hizo, pero estaba tan shockeado que dije algo muy,
muy estúpido. De hecho, lo guardó en una caja de seguridad en un banco. Los
productores -y todo el mundo- me preguntaron qué había en la cinta, y les dije
que eso no iba a estar en mi película. Era muy horrible. Hay un límite ético. Y
ese límite es la dignidad y la privacidad de la muerte de un ser humano. Si me
pagaran cinco millones de dólares para filmar una ejecución, diría que no.
5. Santificarás tus locuras
Puedo
llegar muy lejos para encontrar algo que nos ilumine. Hay un deseo de
estilización. Soy director, cuento historias, y ustedes también deberían
hacerlo. Nunca teman hacer locuras. Esas son las cosas que el público recuerda
para siempre.
6. No escribirás guiones de hierro ni
usarás storyboards
Me gusta
escribir mis propios guiones; hubo una o dos excepciones en las que no lo hice.
Escribo el guión sólo cuando veo la película completa. Es como si la viera
aquí, en la pantalla. Escribo lo que se ve, lo que se dice, cómo es la música,
cómo son los paisajes. Nunca pierdo tiempo; si no veo la película con la
claridad suficiente, no escribo el guión. Y cuando está lo suficientemente
claro, lo escribo en una semana; a veces menos. Escribí Aguirre… en dos días y medio, en un
micro. Estaba con mi equipo de fútbol, y todos estaban borrachos; el arquero
vomitó sobre mi máquina de escribir, pero seguí escribiendo. Trato de trabajar
rápido, pero una vez que escribí el guión, en general lleva mucho tiempo hasta
encontrar financiación (…). Y nunca lo toco, no vuelvo a mirarlo. No quiero que
se agote. Lo que hago en el rodaje es leerlo en general por la mañana, cuando
voy a filmar. Leo la secuencia. En general, conozco la historia, sé a grandes
rasgos qué es lo que pasa, pero improviso. Creo que el storyboard es un instrumento para los cobardes.
No confían en su propia imaginación; no tienen la suficiente confianza como
para manejar una situación. Nunca sé en cuántas tomas voy a “cortar” una
secuencia. No tengo idea.
El guión
tiene vida propia. Y el rodaje, la filmación, la fotografía, tienen sus propias
reglas. Sólo cuando uno filma en un estudio, a puertas adentro, donde todo está
absolutamente organizado y bajo control, se puede seguir el guión al pie de la
letra. Pero yo dejo la puerta abierta, dejo las ventanas abiertas para que
pueda entrar cualquier cosa que me resulte fascinante y que pueda pasar a
formar parte de lo que estoy haciendo. Y gracias a eso las películas tienen más
vida.
7. Honrarás el sonido, la edición y la
música
A veces,
cuando estoy en el cine, ni siquiera tengo que mirar a la pantalla: tan sólo
escuchando lo que pasa, en 60 segundos sé si se trata de un buen realizador, o
de uno muy malo. Así que, por favor, tómense el sonido muy en serio. (…)
Gracias al sonido, una película se vuelve mucho, mucho más rica. La textura
muchas veces proviene del sonido. Y lo pueden hacer muy fácilmente: no cuesta
mucho dinero, no cuesta mucho esfuerzo, pero hay que prestar atención y
entender el mundo como si fueran ciegos y sólo pudieran confiar en lo que
escuchan. Hagan de cuenta que son ciegos y empiecen a escuchar.
Miro el
material con el editor una sola vez. Y mientras lo miramos, vamos parando, y
escribo a mano un cuaderno de bitácora, como los viajeros y los marineros. Y
describo lo que va pasando. (…) En mi descripción, cuando algo es
extraordinario, pongo un signo de exclamación. En casos específicos, muy
especiales, pongo dos. Y cuando a veces tengo un material que no sé cómo me
merezco, que parece un regalo de Dios, pongo tres. Y le digo al editor: “No me
importa lo que pienses: si este material no está en la película, habré vivido
en vano”. Y lo entiende de inmediato. Luego, cuando edito, trabajo muy, muy
rápido.
Introducir
la música siempre es algo muy, muy difícil de hacer. A menudo los cineastas
jóvenes, que no tienen mucha experiencia en manejar la música, hacen que comience
exactamente con el corte. Pero cuidado: a veces un actor entra en una
habitación y trae cierta intensidad. No empiecen cuando atraviesa la puerta.
Déjenlo entrar, déjenlo caminar, y que traiga la música consigo. A veces es un
diálogo; a veces es un movimiento de la mano, y el movimiento de la mano hace
que la música empiece y la intensifica.
8. Seguirás tu visión y no temerás
Intento
ser un buen soldado del cine. Un buen soldado tiene sentido del deber. Su deber
es seguir su visión. Tienen que seguir su visión. Si están muy convencidos de
su visión, si ven algo en el horizonte que nadie más ve, y quieren compartirlo
para que pase a formar parte de los sueños colectivos de todos, entonces tienen
un motivo para no tener miedo. No le tengo miedo a nada; esa palabra no está en
mi diccionario.
9. No llorarás en el set
No está
permitido tener demasiadas emociones; uno tiene que cumplir con su deber, tiene
que hacer lo que tiene que hacer. No se llora en el radio de la cámara. Nadie
llora. Si alguien llora, tiene que ser el público; nunca el actor, ni el
director, ni ninguno de los que está en el set. Así que les delego mis
emociones a los espectadores.
10. Estarás preparado para lo inesperado
Tienen que
estar preparados para lo inesperado. Eso sólo se logra a través de la
experiencia de vida. Quizás los que son religiosos tengan cierta fortaleza,
porque pueden recurrir a un poder que está por detrás y por encima de ellos:
Dios. Pero como no soy religioso, no tengo a nadie. No hay consuelo, no hay
nadie, y el dinero nunca resuelve ningún problema. Lo que resuelve los grandes
problemas es la fe. La fe mueve montañas; no el dinero. Tienen que pensar lo
impensable cuando empiezan una película. Piensen en todo lo que pueda salir
mal. En general, cuando uno está filmando una película, todo sale mal. Estén
preparados.